Actor secundario y poco conocido, ci neoplatónico Plotino (204 - 270) constituye sin embargo un hito en la historia del pensamiento, pues nos ayuda a entender la transformación espiritual de Grecia en los siglos que ponen fin al mundo antiguo. Presa de una profunda crisis existencial, el Occidente grecorromano se dejó fecundar por las corrientes religiosas orientales al tiempo que las dotaba de un rigor conceptual superior. Dotado de una clarividencia legendaria y admirado por los asistentes a su escuela gratuita de Roma, Plotino concibió su filosofía como una ambiciosa síntesis de todo el pensamiento griego llamada a superar el dualismo de Platón y Aristóteles. En el centro de su sistema, la concepción dinámica del Alma como un puente activo que permite transitar entre la cima y la base del cosmos sin perder la distinción rigurosa de los distintos niveles de realidad ni la trascendencia del Uno del que todo emana y al que todo retorna.
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Plotino del autor Antonio Dopazo Gallego
Actor secundario y poco conocido, ci neoplatónico Plotino (204 - 270) constituye sin embargo un hito en la historia del pensamiento, pues nos ayuda a entender la transformación espiritual de Grecia en los siglos que ponen fin al mundo antiguo. Presa de una profunda crisis existencial, el Occidente grecorromano se dejó fecundar por las corrientes religiosas orientales al tiempo que las dotaba de un rigor conceptual superior. Dotado de una clarividencia legendaria y admirado por los asistentes a su escuela gratuita de Roma, Plotino concibió su filosofía como una ambiciosa síntesis de todo el pensamiento griego llamada a superar el dualismo de Platón y Aristóteles. En el centro de su sistema, la concepción dinámica del Alma como un puente activo que permite transitar entre la cima y la base del cosmos sin perder la distinción rigurosa de los distintos niveles de realidad ni la trascendencia del Uno del que todo emana y al que todo retorna.
Leer Mas »Bergson del autor Antonio Dopazo Gallego
Henri Bergson 1859-1941%29 osó plantar la bandera de la metafísica, tal vez por última vez, en mitad de aquellos fenómenos que la ciencia era incapaz de esclarecer, como la interacción cuerpo-mente, la memoria o las causas de la variación genética. Allí donde los filósofos habían hecho del tiempo una degradación de la eternidad o una forma de nuestra sensibilidad, él lo ubicó como principio absoluto del método filosófico, haciendo de la intuición un «pensamiento en duración». Pero la aportación bergsoniana no acaba ahí. Su insólita concepción diferenciante del tiempo lo ubica como un referente absoluto de la filosofía continental de la segunda mitad del siglo xx, que no ha dejado de retomar cuestiones, como la superación de la condición humana y de la pareja sujeto-objeto, que Bergson abordó de forma ya clásica. En él el viejo espiritualismo francés, heredero de la sutileza de Pascal y vigorizado con la fuerza del romanticismo alemán, se sacude la pereza y se sumerge de lleno en el estudio de la ciencia a fin de arrebatarle sus armas al enemigo positivista, que amenazaba con reducir la conciencia a un mero adorno cerebral.
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