De ningún modo iba Samantha Gillespie a permitir que su mejor amigo, Brad Rivers, se casara con una mujer a la que solo le interesaba su dinero. Quizá él se había dejado engañar por su belleza, pero Sam no era tan fácil de engatusar. El problema era que la cazafortunas estaba saliéndose con la suya y cada vez sería más difícil contarle a Brad la verdad sin poner en peligro su amistad. Aunque Sam seguía percibiendo ciertas miradas de deseo en Brad, no podía arriesgarse a que eligiera a la otra. ¿Podría aquella mujer con miedo al compromiso admitir que estaba enamorada de su amigo del alma y proponerle que se casara con ella?

El soltero más codiciado y acosado de Chicago parecía finalmente haber encontrado novia. Todas las mujeres solteras de la ciudad, que se habían esmerado en conquistar al importante ejecutivo, se quedaron perplejas después de enterarse de la increíble escena que habían presenciado algunos habitantes de la ciudad. Ellie Hernández, directora de una galería, había chocado con Garek Wisnewski, el guapo hombre de negocios. El hielo que cubría la acera los había hecho caer al suelo, el uno en los brazos del otro, literalmente hablando. Los testigos aseguraban que la chispa que se prendió entre ellos había hecho subir de inmediato la temperatura de ese crudo invierno en Chicago. Un observador más agudo se percató que habían intercambiado un paquete por error, lo que quizás podría dar lugar a algún otro encuentro. ¿Podría la bella latina derretir el corazón congelado del magnate?