Tras presenciar un crimen, la vida de Rachel Miller corre peligro. Aconsejada por James Foreman, el que fuera escolta de su prima Karla, decide acogerse al programa de protección de testigos hasta que se detenga al asesino. El cambio es duro. Debe abandonar su puesto de directiva en una gran empresa, su lujoso apartamento en San Francisco y cortar los lazos con su familia para marcharse a una pequeña población de Minnesota con otra identidad. Pero Rachel es una luchadora y pronto se adapta a su nueva vida. El trabajo como profesora de dibujo en un colegio y la paz que se disfruta en aquel tranquilo lugar le ayudan a sobrellevar la tristeza que le provoca el estar alejada de sus seres queridos. También influye el haber conocido a Wayne Randall, el padre de uno de sus alumnos, un leñador viudo por el que se siente atraída desde el primer momento. Después de un traumático matrimonio, la vida de Wayne se centra en su hijo, que padece síndrome de Asperger, y su negocio, un aserradero que lleva junto a su hermana. Cuando conoce a la joven profesora que tanto está ayudando al pequeño Benjamin, su decisión de evitar toda relación sentimental se tambalea. Y es que ella consigue que emerjan emociones que se negaba a sentir. Pero el peligro sigue latente, y Rachel pronto descubrirá que no está a salvo; ni tampoco las personas que ama y a las que no puede desvelar su secreto.

Claire Whitehorne se ha quedado sola. Su padre, su única familia, falleció dejándole un solo legado: deudas. Pero Claire es una mujer resuelta y, a sus 23 años, toma las riendas, deja de lado la educación aristocrática que ha recibido y decide partir a Londres para buscar un empleo que la pueda mantener. Sin embargo, la ciudad le depara peligros, y se verá forzada a escapar.

La policía de Baltimore recibe la información de que una banda de delincuentes intenta secuestrar a Karla Van Deusen, hija de un rico industrial, cuando ésta regrese del Reino Unido, donde cursa sus estudios, para pasar las vacaciones junto a su familia. Alertado el industrial, decide someter a su hija a una estrecha vigilancia hasta que no exista peligro. Para ello, contrata los servicios de un renombrado profesional, James Foreman, ex militar perteneciente a las fuerzas especiales y dueño de una empresa de seguridad, al que le pide que se encargue personalmente de custodiar a Karla, joven rebelde y alocada, a la que no ha revelado la verdadera gravedad de la amenaza. Desde el primer momento, James sospecha que el trabajo le va a resultar mucho más difícil de lo que se imaginaba y no sólo por la franca hostilidad de la joven. Karla resulta ser una espléndida belleza por la que se siente fuertemente atraído, haciendo peligrar su férreo autocontrol y su demostrada profesionalidad. Karla, que se ha visto obligada a aceptar las medidas adoptadas por su padre, se empeña en obstaculizar el trabajo del despótico jefe de seguridad, que parece dispuesto a convertirla en prisionera en su propia casa. Los roces son continuos entre ellos, principalmente porque se niega a reconocer que su atractivo carcelero consigue acelerarle los latidos del corazón.