Fabian no podía creer lo que pasaba, todo su trabajo se iría por la borda sino llegaba a tiempo. Acelero el paso, de repente sonó su teléfono. Él apurado sin siquiera ver hacia delante metió las manos en sus bolsillos buscando el celular, que estaba empeñado en esconderse ¡Joder! Carol no vio venir al troglodita de un metro noventa y cuando lo hizo ya era muy tarde, su maqueta estaba en el suelo desparramada y destruida. Allí quedaron sus sueños, iba a echar a llorar como una niña pequeña, pero se lleno de rabia y empezó a gritar.
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