Verónica tarda, Verónica se demora inexplicablemente y el libro sigue hasta que ella regrese o hasta que Julián esté seguro de que ya no volverá. De eso va La vida privada de los árboles: de la noche larga y tal vez definitiva que Julián pasa esperando que su mujer regrese, que el libro termine. Hacia el final de ésta, la segunda novela del chileno Alejandro Zambra, Julián desea ser una voz en off, un coleccionista de historias ajenas; quiere escribir y no ser escrito, pero esperar es dejarse escribir: esperar es seguir una constante deriva de imágenes. Entonces la historia comienza mucho antes de esa noche última, tal vez una tarde de 1984, con la escena de un niño mirando televisión. Y termina con las inevitables conjeturas sobre la vida de Daniela, la hija de Verónica, a los veinte, a los veinticinco, a los treinta años, cuando ha pasado mucho tiempo desde que su padrastro le contaba historias sobre los árboles. ¿Por qué leer y escribir libros en un mundo a punto de quebrarse? Esta pregunta ronda cada página de La vida privada de los árboles, una novela que confirma a Alejandro Zambra como uno de los escritores más interesantes de las nuevas generaciones, después del asombro de Bonsái, su primera novela, que provocó numerosos comentarios en la prensa chilena: «Es literatura de la mejor clase, una obra de extraña madurez que hace de la brevedad una de sus mayores virtudes, por lo mucho que se puede decir y sobre todo sugerir en tan pocas páginas» Rodrigo Pinto, El Mercurio%29; «No es novela, ni nouvelle, ni cuento. Es una deformación de todos esos formatos, tal como los bonsáis son árboles mutilados y distorsionados que buscan convertir lo convencional en algo único» Matías Rivas, The Clinic%29; «Zambra ha tenido la valentía de enfrentarse con la estética de la clase media, de hablar de esos que ni siquiera callan, que esperan y pasan» Rafael Gumucio%29; «Breve como un suspiro y contundente como un mazazo» Juan Manuel Vial, Capital%29
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Bonsái del autor Alejandro Zambra
Condenado a la seriedad y a la impostura, Julio, el silencioso protagonista de este libro, acaba convenciéndose de que es mejor encerrarse en su cuarto a observar el crecimiento de un bonsái que vagar por los incómodos caminos de la literatura. Es ésta, como dice el narrador, «una historia liviana que se pone pesada», un relato elíptico y vertiginoso marcado por la inquietante desaparición de una mujer. Jorge Luis Borges aconsejaba escribir como si se estuviera redactando el resumen de una obra ya escrita. Eso es lo que ha hecho Alejandro Zambra en este libro que, del mismo modo que un bonsái no es un árbol, más que una novela corta o un relato largo es una novela-resumen o, justamente, una novela-bonsái. Bonsái supone el brillante debut narrativo del joven chileno Alejandro Zambra, poeta y crítico literario.
Leer Mas »Formas de volver a casa del autor Alejandro Zambra
Formas de volver a casa habla de la generación de quienes, como dice el narrador, aprendían a leer o a dibujar mientras sus padres se convertían en cómplices o víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet. La esperada tercera novela de Alejandro Zambra muestra el Chile de mediados de los años ochenta a partir de la vida de un niño de nueve años. El autor apunta a la necesidad de una literatura de los hijos, de una mirada que haga frente a las versiones oficiales. Pero no se trata sólo de matar al padre si no también de entender realmente lo que sucedía en esos años. Por eso la novela desnuda su propia construcción, a través de un diario en que el escritor registra sus dudas, sus propósitos y también cómo influye, en su trabajo, la inquietante presencia de una mujer. Con precisión y melancolía, Zambra reflexiona sobre el pasado y el presente de Chile. Formas de volver a casa es la novela más personal de uno de los mejores narradores de las nuevas generaciones. Un libro que ratifica lo que Ricardo Piglia ha dicho sobre Alejandro Zambra: "Un escritor notable, muy perceptivo frente a la diversidad de las formas."
Leer Mas »Mis Documentos del autor Alejandro Zambra
«Mi padre era un computador y mi madre una máquina de escribir», apunta Alejandro Zambra en las primeras páginas de este libro de relatos, que bien puede leerse como una novela, o como once breves novelas archivadas en la carpeta Mis documentos. A veces parece que hablara un mismo personaje, trasunto del autor, que recuerda sus desventuras como estudiante y como profesor, o que registra su malhumorado intento de superar el tabaquismo «Qué cosa más absurda, realmente: querer vivir más. Como si fuera, por ejemplo, feliz»%29. Pero la ilusión de una vida propia, fomentada por la famosa carpeta de Windows, se rompe pronto: los documentos de uno son, en el fondo, los documentos de todos, parece decirnos Zambra, en especial si se habita un país que necesita indagar en el pasado. Con el fino sentido de la ironía y la precisión que ya le conocemos, con humor y melancolía, con espíritu paródico, con aliento lírico y a veces con rabia, Alejandro Zambra traza la anodina existencia de unos hombres que se repliegan en una idea antigua de la masculinidad, o el tránsito de unos seres pendulares que apuestan sus últimas fichas al amor. La incesante búsqueda del padre, la obsolescencia de objetos y de sentimientos que parecían eternos, el desencanto de los jóvenes de la transición «La adolescencia era verdadera. La democracia no»%29, la impostura como única forma de arraigo, y la legitimidad del dolor, son algunos de los temas que cruzan este libro.
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